Me gustaría ser capaz de analizar cada una de las creencias que llevo acumuladas en mi mente, de las cuales no soy consciente y una vez analizadas poder decidir con cuales me quedo y cuales son un lastre en mi camino; ya que de la mayoría de ellas no soy consciente, hasta que he reaccionado y pasado el suceso que me ha hecho reaccionar.
La mayoría de estas creencias están allí desde el principio y ni siquiera recuerdo qué ocurrió para que se instalara allí, pero se que me quitan flexibilidad a la hora de actuar, en el momento de tomar decisiones o de ver de manera equidistante las cosas que pasan a mi alrededor, y aunque se que me gustaría poder prescindir de mi momento de visceralidad a la hora de reaccionar a los hechos también se que quiero seguir siendo sensible a todo lo que afecta a este mundo, a todas las acciones agresivas e inhumanas que se llevan a cabo, sea contra mis conciudadanos, contra ciudadanos del otro extremo del planeta, contra un árbol o contra el océano.
Me gustaría tener la capacidad de comunicar que la ausencia de odio es amor, y es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos, ya que una vez que sepamos amarnos a nosotros sin condiciones, y perdonándonos nuestras debilidades, sabremos amar al resto, sin inflavaroralos por cuestiones tan absurdas como tener un color de piel distinto al nuestro, habré sido educados en unas costumbres o una religión determinada; saber aceptar las diferencias no nos debería separar, sino enriquecernos los unos a los otros, hacernos más sabios y más flexibles, compartir y vivir en armonía nos debería enriquecer cada día más.
La cultura y el conocimiento nos abren la mente a nuevas opiniones, a estudiar nuevos puntos de vista; porque lo que vemos y pensamos es solo nuestra opinión, basada en nuestras experiencias y vivencias, por tanto no podemos actuar únicamente desde nuestras opiniones ya que la persona que tengamos enfrente tendrá “otra verdad” que realmente será su opinión, basada en las experiencias y vivencias que haya tendido. De ahí que no haya una “verdad”, una “realidad” sino tantas como individuos hay en el mundo, y por tanto sólo desde el amor incondicional al ser humano será posible la convivencia plena, sin conflicto, sumando, no restando.
Es muy importante no resignarnos. Creer que podemos cambiar las cosas. No quiero renunciar a la utopía.
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